domingo, 7 de octubre de 2007

Desde la orilla, tercera entrega

Ya estamos en la entrega de la tercera parte del ensayo "Desde la orilla", publicado en el libro "Gritos y susurros". Según la lógica cronológica del blog (valga la redundancia) hay que buscar abajo las entregas ya subidas. -CR

Cuando mi sangre todavía no era mi sangre.../when my blood was not yet my blood...,1993

Mi hijo mayor también ha tenido la experiencia de ser extranjero, pero en su propio país. En 1980 mi condición de pobreza extrema (bueno, pobreza extrema para la clase media, condición provocada por una desafortunada falta de aguante a la vida matrimonial) fue aliviada por una invitación de ser maestra de grabado en la Universidad Veracruzana, cosa que me permitió entrar en la vida real como persona solvente con quincenas módicas.
Dos semanas después de tomar la decisión de mudarnos y antes de que empezara el año escolar, tenía que encontrar una escuela para mi hijo. La única primaria en Xalapa donde aceptaban a este niño como alumno fue la Díaz Mirón, que tengo que decir de paso, se llama por un poeta acerca del cual tengo mis serias reservas. Mi amigo Guillermo Rousset que sabía de estas cosas, decía que Díaz Mirón escribía con una métrica perfecta, pero me parece que además de ser matón, el poeta tenía un don imperfecto para la metáfora o por lo menos para mí, molesto. ¿Qué es esto de “yo león, bla bla, y tú paloma para el nido”? ¿No van los leones con las leonas y las palomas con los palomos? En fin, a mí, sintiéndome leona y no paloma, me chocaba.
Bueno, la Díaz Mirón no tenía ningún niño rubio más que Luciano, entonces de entrada fue el Gringuito y de salida, discriminado. Cometí el error de meterlo en segundo año cuando tenía la edad de primero, porque ya sabía leer. Chico y agredido, se defendió haciéndose de la amistad y de los servicios de guarura de un niño de once años que también cursaba segundo año, cuyo paso por nuestra casa fue notorio por la repentina desaparición de las tijeras y la infestación de piojos que sufrimos todos los miembros de la familia, penosamente traída a nuestra desinformada atención por el peluquero.


Día del niño en la Díaz Mirón/Children's Day in the Díaz Miron Primary School, 1981

Como posible secuela de este incidente (¿con la intención de tratar de integrarse?) el joven (ya joven señor, es casado y papá) conserva hasta hoy en día la costumbre de hablar a todos los con quienes se topa (él que le vende cigarros, etc.) con una réplica precisa del acento de cada quien, cosa que hace sin pensar. Mi otro hijo, que siempre conserva el mismo acento, mexicano pero propio, considera esto “salvajemente camaleónico”. Claro, en la época de la Díaz Mirón, este hijo (Andrés) estaba a salvo, disfrutando un corto reinado como el consentido de su preprimaria.

Otoño gris (autorretrato desconsolada)/Grey autumn (self-potrait in a desolate state), 1993

Hubo una época en que contemplé cambiarme de nacionalidad. Finalmente no lo hice porque no pude ajustarme a la idea de no ser de donde nací. (Y la doble nacionalidad todavía no era opciónAdemás, supe que en la Universidad Veracruzana, para estar en Consejo Académico, había que ser “mexicano por nacimiento”. Esto me confirmó mi sospecha: los mexicanos nacen, no se hacen. En fin. Pero cuando todavía pensaba cambiar de nacionalidad, se lo comenté a mi papá por teléfono, y él se escandalizó. “Pero qué te pasa” le dije, “somos una familia de inmigrantes, hay una tradición de siglos de cambiar de país, de Francia a Escocia, de Escocia a Canadá de Canadá a América, etc...”. “Pero antes,” me contestaba, “Siempre nos cambiábamos hacia algo mejor...”. Que penoso me es a veces “ser de allá.” Pensando en esto y en el trato que da “mi” embajada a los pobres suplicantes de visas. Y en Iraq. Y en Bush, oh my God.

Cuando mi piel crecía en la piel de otro cuerpo/When my skin still grew in the skin of a different body, 1993

Acabo de ser el regalo sorpresa en la fiesta de cumpleaños 75 de mi mamá en Omaha, Nebraska. Mi querida mamá-- nunca pensé que al irme a los dieciocho no la tendría cerca más... ni modo. Otra gran verdad de los expatriados es que la familia no está muy presente como fuente de apoyo, ni es fácil ser fuente de apoyo para ellos. No les puedes pedir 25 dólares prestados hasta el lunes ni encargarles a los niños, ni quedarte en su casa si no quieres estar sola. Pierdes los cumpleaños y los Días de Gracias, y no estás para ayudar a cuidarlos cuando se enferman. Tampoco pensé en eso a los dieciocho.
Ahora resulta que la gran noticia es que una de mis sobrinas se casa-- y que su prometido se va un año a Iraq como soldado. Claro, el pobre se había metido hace años a las Reservas del Ejécito, seguramente pensando más en educarse y ayudar a las víctimas de desastres naturales que en el aspecto latente de acción militar. Nadie en la familia habla del año en Iraq. Más bien el énfasis de la línea de planeación tomada por la sobrina es quiénes van a ser las damas de honor y cómo pueden arreglárselas todas para ir a la misma peluquería antes de la ceremonia (parece que esto es una parte importante del rito) cuando la mitad son negras y la otra mitad blancas y las peluqueras que saben arreglar black hair no saben arreglar white hair y vice versa. Históricamente yo me he salvado de estas dilemas, porque como buena marginada no voy a la peluquera, y solamente después de resistir mucho, de forma poco decorosa y nada apreciada, asisto a las bodas.

Os remito a mi infancia/I refer you to my childhood, 1993

En fin, hay varias cosas que me llaman la atención de esta situación. Una, el papá de la joven (mi cuñado) es activista antiguerra y antigubernamental. El último hippie, digamos. La niña creció en una casa muy alternativa. Pero no se comporta como marginada. Se comporta como joven americana bien socializada. Quizás el chiste es arraigarse. Si has vivido siempre en el mismo lugar, como ella, te integras, a pesar de tus padres alternativos.


Ya ven, a lo mejor es cierto eso de la magia de arraigarse. Llevo 30 años en un lugar, en México. (“¡La mitad de su vida!” exclamó un taxista, al saber el dato. “¡No tengo sesenta años!”, repliqué indignada.)

Jardín interior, Juchitán/Interior garden, Juchitán, 2005

En fin, más que la mitad de mi vida. Y estoy escribiendo algo para un libro de experiencias de “mujeres mexicanas”. Es más, hace unos años, representé a México (junto con Remedios Varo, otra mexicana de origen nebuloso) en una exposición en el Museo de Mujeres en Washington. Y hace poco participé en un encuentro de artistas mexicanas y chicanas, como mexicana, por supuesto. De hecho, llevo treinta años de ser, “artista mexicana.” Y hasta soy integrante, ahora sí, de un consejo académico, a pesar de mi lugar de origen. Entonces, lo evidente es que a pesar de todo y en medio de todas mis protestas y contradicciones, resulta que también soy de aquí. Y tendría que decir, a mucha honra.

de los jardines de Juchitán/from the gardens of Juchitán, 2004

Bueno, suena como un buen final de texto, pero tengo algo más que comentar. Para continuarse...







5 comentarios:

Rosalie Bombon dijo...

No eres nada mexicana y tampoco necesitas serlos. Eres "juste comme il faut".
P.

lorenia dijo...

Hola Carla, muy interesante tu página, tus comentarios sobre tu obra y la obra misma me han abierto una brecha para conocerte mejor como artista; me he reido pero tambien me has hecho sentir la soledad y tristeza que en algún momento de tu vida has vivieron contigo, esta parte de tu página igualmente me han dado la oportunidad de conocerte mejor como persona, creo que tuvimos poco tiempo en Xalapa para conocernos mejor... y asi como en aquellos tiempos que viviste en Xalapa me sigue gustando tu obra... felicidades por seguir siendo tan autentica como siempre lo fuiste... te mando un abrazo y espero vernos en tu próxima expo... lorenia

Unknown dijo...

carla.... un placer como siempre ver tu obra...aaaamo a las ninas en las cajas...
un beso,
mil gracias por todo...
e

Unknown dijo...

Hola Carla, hace muchos años que no nos vemos. Soy Gloria Blanco. Te encontré en Arteven y de ahí vine a parar aquí viendo tu obra. Me encanta tu trabajo, espero pronto tener una obra tuya. En Arteven ya hice una solicitud de añadir como amigo.
Un abrazo, Gloria

Unknown dijo...

Estimada Carla, di con su blog curioseando sobre obra plástica alusiva a Juchitán, enhorabuena, la seguiré con interés, saludos desde Xalapa.

www.semioticadelzapato.blogspot.com